lunes, 19 de marzo de 2007

Un día Dios me preguntó......


Muy temprano al levantarme me dispuse buscar a Dios
Mientras le hablaba a mi Señor sentí su presencia, Él estaba ahí, conmigo.....
Que hermoso era estar con Él........., de veras que me deleité.
Luego repentinamente Él me preguntó: “¿Me amas?”
Yo contesté: “¡Por supuesto! ¡Tú eres mi Señor!” “¡Claro que te amo!”

Entonces me preguntó: “Si estuvieras físicamente incapacitado, ¿Aún me amarías?”
Me quede perplejo, no esperaba esa pregunta. Agache mi cabeza y miré luego mis brazos, mis piernas y el resto de mi cuerpo, y pensé: ¿Cuántas cosas sería incapaz de hacer? (aún cuando hoy estas cosas me parecen tan sencillas)
Luego contesté: “Sería difícil Señor, pero aún así te amaría”

Entonces el Señor dijo: “Si estuvieras ciego, ¿Amarías mi creación?”
¿Cómo podría amar algo siendo incapaz de verlo? Entonces pensé en toda esa gente ciega del mundo y cuantos de ellos aún aman a Dios y su creación a pesar de su estado.
Así que contesté: “¡Es difícil pensarlo, pero aún te amaría!”

El Señor entonces me preguntó: “Si fueses sordo ¿Oirías mi palabra?”. ¿Cómo podría oír algo siendo sordo?, Entonces comprendí. Escuchar la palabra de Dios no es solo usar nuestros oídos, sino también nuestro corazón.
Contesté: “Sería difícil, pero aún oiría tu palabra”.

El Señor entonces preguntó: “Si estuvieses mudo: ¿Alabarías mi nombre?”, ¿Pero cómo puedo alabar sin voz? Entonces me acorde que Dios desea que le cantemos desde nuestra alma y corazón, además cuando le alabamos no siempre lo hacemos con un cántico, algunas veces le damos alabanza con nuestra gratitud.
Entonces contesté: “Aunque no pudiera cantarte físicamente alabaría aún tu nombre”

Y el Señor insistió: “¿En realidad me amas?” Con valor y profunda convicción le contesté: “¡Si Señor! ¡Te amo por que Tú eres mi Dios, único y verdadero!”
Pensé que había contestado correctamente, pero Dios me preguntó:
¿ENTONCES POR QUE PECAS?
Sentí vergüenza, creo no era para menos; luego con voz temblorosa le contesté: “¡Es que no soy perfecto, aún te desobedezco, y tengo esa naturaleza pecaminosa viva en mí!” (Al decir esto se me hizo un nudo en la garganta, me fue muy difícil, pero lo dije).
Me siguió preguntando: “¿Por qué en tiempos de bendición te alejas de Mí?” ¿Por qué solo cuando estas en angustia oras en forma sincera?”; no hubo respuestas solo lagrimas.

El Señor continuó: “¿Por qué solamente cantas y me buscas cuando estas en grupo?, ¿Qué de tu tiempo personal conmigo?, ¿Por qué me pides cosas siendo tan egoísta?, ¿Por qué hablas conmigo sin tener fe?; las lagrimas continuaron sobre mis mejillas.

¿Por qué te avergüenzas de Mí?, ¿Por qué no hablas de mi palabra?, ¿Por qué en tiempos difíciles para ti lloras con otros cuando te ofrezco mi hombro para que lo hagas conmigo?, ¿Por qué pones pretexto cuando te doy la oportunidad para que me sirvas?
Intenté contestar, pero no hubo respuesta que dar.

Te he bendecido con dones y talentos, pero continuas dándome la espalda.
Te he revelado mi palabra, pero no obtienes el conocimiento de ella.
Te he hablado, pero tus oídos estaban cerrados.
Te he mostrado mis bendiciones, pero tus ojos nunca las vieron.
Te he mandado a mis siervos, pero permaneciste sentado inmóvil e indiferente con ellos.

He oído tus oraciones...........; pero dime: “¿En verdad me amas?”
No pude contestar. ¿Cómo podría hacerlo? Estaba increíblemente avergonzado. No tuve excusa ¿Qué podía decir?

Cuando mi corazón hubo llorado y las lagrimas habían fluido incesantemente tome de nuevo aliento y le dije: “¡Por favor perdóname Señor! ¡Soy indigno de ser llamado hijo tuyo!”
Hubo un periodo de calma y fue ahí cuando le pregunté: “¿Por qué continuas perdonándome?, ¿Por qué me amas tanto?
Él tiernamente contestó: ”Esa es mi Gracia hijito, nunca te abandonaré”.

Eso fue suficiente para mí; sentí paz, tranquilidad, confianza................, Y me dijo:
Cuando llores, lloraré contigo.
Cuando estés gozoso, yo también me alegraré.
Cuando estés deprimido, te animaré.
Cuando te caigas, te levantaré.
Cuando te sientas cansado, te llevaré sobre mis hombros.
Recuerda que yo estaré contigo todos los días y siempre te amaré.

Nunca antes había llorado como en ese momento.
¿Cómo pude ser tan frío?
¿Cómo pude ofenderlo con todo lo que hice?, mucha rabia e indignación había en mí, me sentí sin fuerzas e impotente, pero a pesar de ello fue en ese momento cuando me atreví a preguntar: “¿Cuánto me amas?”.
Él no dijo nada solo me estrechó en sus brazos y mientras me acariciaba tiernamente vi sus manos cicatrizadas por los clavos, no resistí mas me incliné a sus pies y por primera vez oré como debí hacerlo hace mucho tiempo y disfruté de su amor y comprensión.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No se que decir ,y si es ofensa para Dios o Para con ustedes ,, entendi entons que no es solo amar a Dios Sino respetarlo , no es solo sentirlo sino vivirlo , me importa entons como estoy con Dios primero , y le pido perdon , el sabe que tal vez recaiga en mis absurdas actitudes ,pero el tambien sabe que siempre lo traigo presente , el nunca me olvido y se que nunca lo tendre en el olvido a cristo se le lleva por dentro y no solo en la apariencia

José Mendoza dijo...

Hola No creo q nos ofendas ni mucho menos a Dios, lo unico q intente comunicar es "¿Que tanto amamos a Dios?" y como tu dices es mas q ello; es respetarlo, vivirlo entendiendo q es un Dios perdonador, recordemos q Él es Fiel aunque seamos infieles. Te animo a q sigas viviendo en él y confiemos q perfeccionará la obra en nuestras vidas