martes, 20 de marzo de 2007

Mi Responsabilidad como Pampano


Jesús dice: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva.”
Jn15:1


Jesús nos hace pensar en él como vid, y nosotros como sus pámpanos; asimismo, en Dios como el labrador quien cuida el “viñedo”, a fin de que lleve mucho fruto. La imagen nos viene del Antiguo Testamento, donde el profeta Isaias habla del pueblo de Israel como el “viñedo”; El señor esperaba que diera frutos dulces y buenos, pero dio uva agria.

La parábola es muy clara, Dios cuida de nosotros a fin de que, en Jesucristo, demos buenos frutos; para ello, nos limpia con su palabra. El secreto de todo es nuestra adherencia a él, la vid verdadera. Esa adherencia es el secreto de nuestra fructificación. El libro de los Hechos nos habla de la permanencia, una de las características de la iglesia en sus inicios. “Perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en sus oraciones”.

La perseverancia en la Fe y en el amor a Jesucristo es el canal para llevar fruto.

Recuerdo cuando era niño haber visto los pámpanos amontonados, apilados, listo para ser quemados. La imagen de Jesús en esto es muy dura. Con la madera de cualquier árbol podemos hacer una mesa o una puerta. Nadie puede hacer un mueble de los pámpanos, estos sirven sólo para dos cosas; llevar frutos o ser quemados. La voluntad es que llevemos mucho fruto y de esta forma seremos verdaderamente sus discípulos.
Juan 15:1-8

1 comentario:

Jorge M. Chávez dijo...

Hola José, el tema que propones es urgente y relevante, ya que el pueblo del Señor y todas sus manifestaciones eclesiales dependemos de la persona de Jesús. Todos somos parte y vivimos de la raíz de amor que es Dios y por ello, el amor nos debe de alentar a propiciar unirnos en espíritu y en verdad, juntos en adoración a Dios mismo.
Un abrazo y felicitaciones por la incursión en los Blogs.
Jorge