lunes, 16 de abril de 2007

Pastor de Jóvenes - Formador de Equipo (Parte 2)

Para que el pastor de jóvenes pueda desarrollar un equipo de éxito necesita:



Capacitarse constantemente.
Debe buscar capacitación tanto para él como para ellos. En Lucas 11.1 Jesús aprovecha toda oportunidad para enseñar, formar y capacitar a sus discípulos o dicho de otra manera, «dotarlos de instrumentos útiles» para la vida y el ministerio. Invierta en ellos, porque «todo lo que se siembra, se recogerá».

Modelar a Cristo.
Pablo dijo sin ningún temor: «Aprendan de mí como yo de Cristo». El modelo debe ser teórico práctico, de tal manera que todo lo que enseña con sus labios pueda ser fácilmente convertido en hechos.

Tener y desarrollar autodisciplina.
La puntualidad, comenzar y terminar los proyectos, llevar agenda y no fallar a los compromisos, leer un buen libro hasta su final, en síntesis, aprovechando bien el tiempo con planificación sabia son factores que le ayudarán a modelar una vida excelente frente a sus muchachos. ¿Puede usted creer que existen pastores de jóvenes que llegan justo antes de la reunión a planear a la carrera lo que ha de suceder en la misma? A los tales digo yo, no el Señor; «fuiste escogido», no desaproveches ni menosprecies la oportunidad venida del cielo.

Orar por su equipo, tanto para escogerlos como para formarlos.
En el proceso de escoger y formar, debe entender que los que «tienen llamamiento» deben ser desarrollados en función de ese llamamiento. La función del pastor no es «descubrirlos» sino desarrollarlos. Es necesario que cada uno esté en el lugar correcto de acuerdo a los dones que tenga, porque nada hace un buen pianista danzando en las reuniones de las mañanas, ni un excelente cantante vendiendo alimentos al finalizar la reunión, porque la frustración llega para todos cuando son enviados a hacer algo en lo que no son buenos (creo que eventualmente todos podemos participar de todo, pero en algo debemos especializarnos). Uno de los aspectos más importantes a considerar en la asignación de tareas es, sin duda alguna, las respuestas a las siguientes preguntas: ¿Qué hace?, ¿cuándo lo debe hacer?, ¿con qué lo hace? Y podemos añadir una más: ¿es capaz de hacerlo?

Interesarse sinceramente en sus muchachos.
El amor sin fingimiento es «amarlos con sinceridad» y eso implica dedicarles el tiempo necesario para escucharlos, formarlos, trabajar en función de sus sueños, no es servirme de ellos para alcanzar los míos.

Confiar en ellos.
Es importante que el pastor delegue responsabilidades a su equipo y crea en ellos.

No temerle a los «buenos».
Siempre en los grupos habrá personas que anhelan el pastorado (tu puesto) y lo mejor es que la gran mayoría de ellos tienen todos los dones necesarios; predican bien, tienen una linda relación con el Señor, poseen carisma y son admirados. ¡No les temas!, hay algo en lo que debes estar completamente confiado y es que si el Señor te puso al frente, no lo hizo porque ¡no había nadie más! sino porque te escogió para ello. Ahora, si el Señor pone a tu lado gente muy buena, ¡aprovecha su potencial!, y ¡no los celes! Por el contrario, trabaja con ellos, pues el mismo Señor que te eligió para que fueras pastor es el mismo que te ha dado también ese gran equipo.

Nunca olvidarse de su posición.
El pastor de jóvenes es un siervo más entre tantos miles de siervos alrededor del mundo. Jesús lo explica perfectamente en Mateo 10.24 «El discípulo no es más que su maestro». Nunca debe perder de vista que el único grande es Jesucristo. Si trabaja con esta perspectiva, tendrá un equipo sólido, claro y seguidor de Jesús.

«Podemos enseñar lo que sabemos, pero solo reproduciremos lo que somos»
--MARCO VEGA--
Continuará..........

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